miércoles, 3 de junio de 2015

En torno a los parques aquáticos

Cuando era un enano, luego un adolescente nerd, jamás llegué a poner un pie en un aquapark. Ni siquiera me planteé la posibilidad. Nunca he sido fan del sol, ni de ninguna de las formas de esparcimiento que suelen ir asociadas: playa, piscina, vacaciones en Mallorca…. Bajo las circunstancias apropiadas podría haberme vuelto gótico, pero nunca vigilante de la playa.
Mi aversión a las piscinas y, en concreto, a los parques acuáticos con toboganes probablemente esté unida a un cierto concepto, elitista e idiota- como muchas de las ideas que han dirigido y, a veces, aún gobiernan mi vida- de lo que significa el buen gusto. Mejor esquiar con Pocholo y Borja Mari, que el anorak y esquís dan mas juego en cuanto a la combinación de colores.
Con la edad, obviamente, uno se da cuenta de que, aunque es una horterada, juzgar es aun más lamentable. Sin olvidar que desde los 80, cuando me ponía como un cangrejo incluso bajo una sombrilla, se han inventado los factores de protección por encima de 50, lo que me permite pasar horas bajo el sol sin sucumbir a la combustión espontánea como un vampiro. Aun así, solo he pisado un aquapark en dos ocasiones, ambas en países asiáticos: Malasia y, ahora China.

Esto no es un aquapark, ni tampoco una pipa*.


El recuerdo del primero, hace años ya, queda totalmente empañado por uno de los compañeros de trabajo que conformaba el grupo de hobbits vascos que acudimos a deslizarnos por los toboganes de mínima seguridad, ataviado con su sempiterno peluquín.
Niños, nunca mezcléis peluquines y parque acuáticos.
Ni Bai Jiu con Sake y vino tinto del malo.
Ni chocolate con lentejas, aunque lo diga Ferrán Adriá.
Pero niños, sobre todo nunca os pongáis peluquín.
O si, porque al final es una horterada, pero da igual. En cualquier caso siempre mejor peluca, de las largas. O de rizos como las que las abuelas tenían de exposición en su habitación, montadas sobre bustos de cestería (o era solo la mía? Era mi abuela Norman Bates? Amama, allá donde estés, eres la mejor, y púlelos a todos jugando a la canasta)
En cuanto al segundo parque acuático…digamos que para el segundo nos vamos a tener que sacar bono de temporada. Los veranos en Tianjin son calurosos y no hay una sola piscina descubierta para toda esta ciudad de más de diez millones de habitantes, excepto este aquapark a más de una hora en coche en dirección al puerto y la playa artificial, apta únicamente para el vengador tóxico y su familia.
Así que el domingo que toca, olvido al niño gafotas cabezón de los 80, cogemos las toallas y nos tumbamos en la playa "de pega"; bailamos entre las olas artificiales al ritmo de los bailarines vestidos de dinosaurio y las rusas subcontratadas directamente de las barras de los bares de Tanggu, nos lanzamos por la toboganes (tras asegurarnos nuevamente de que tienen el marcado CE); nos tumbamos en el flotador para relajarnos en el río de la vagancia, junto con otras hordas de chinos en marca paquete y chinas con sobaquera mora. Y antes de marchar, el próximo día, debo recordar sacar una foto al cartel que reza: “Los niños por encima de medio metro o de más de 3 anos** tienen prohibido el paso al vestuario heterosexual".
Porque el futuro de China es de los gays.

Autor: el Col-chino



*Es un paisaje de la isla coreana de Jeju.
**en realidad ponía tres años, pero es una licencia poética.

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