viernes, 7 de octubre de 2016

Necro-lógicas. Parte I.

En mi ultimo año, en clase de chino, la profesora nos pidió que trajéramos una noticia y la resumiéramos ante los demás. Después, todos teníamos que mesarnos las barbas y dar nuestra docta opinión.  
Dada mi afición a yahoo news y a vivir en la luna comiendo piruletas me pasé una tarde entera buscando una noticia interesante que permitiera un debate posterior, digno de nuestro consejo de sabios. No quería verme obligada a comenzar mi discurso con un: “nunca te imaginarías lo que hizo este pingüino cuando le pusieron una patata delante”.  Bueno, yo sí quería, ji ji ji, siempre es interesante ver lo que hacen los locuelos de los pingüinos ante las impredecibles patatas, pero, por una vez, hice uso de mi sentido común y decidí llevar a clase una noticia la mar de alegre que encontré sobre varios suicidios de ancianos chinos en la provincia de Anhui (La de la Montaña Amarilla, Huangshan). Al parecer, algunos abuelillos habían empezado a tragar pesticida, o dejarse morir de inanición, porque no querían ser incinerados al morir, y el gobierno había anunciado la inminente entrada en vigor de una ley que iba a prohibir los enterramientos y a forzar a la cremación por falta de suelo libre. Vamos, el típico me pico y no respiro de unos ancianitos, pero llevado hasta sus últimas consecuencias.
HuangShan, la Montaña Amarilla.
La medida podía resultar extrema pero, claro, es que la tradición china da mucha importancia al enterramiento del cadáver, y hay gente que a día de hoy considera que solo si los restos reposan bajo tierra, en un lugar adecuado, el fallecido puede alcanzar la paz. Hace no tanto tiempo, quizá unos setenta años, todavía había gente que transportaba cientos de kilómetros los cadáveres de aquellos que morían lejos de su hogar, para que sus almas pudieran descansar. Esto de por sí no resultaría tan sorprendente, si no fuera porque la tradición era que hicieran “andar” al cadáver, hasta casa. Quizá la idea suene poética, pero el modo de llevarlo a cabo era bastante esperpéntico, además de ilegal e insalubre. La familia tenía que contratar a dos hombres que, al caer la noche, para no ser vistos, se ponían una especie de sábana negra  encima y entre los dos, uno delante y unos detrás hacían “caminar” al cadáver en descomposición, que tenía que oler de bien y generar unos bichitos más monos... El viaje, a veces, duraba semanas. Lo explican en este libro fascinante y truculento como él solo.

Otro ejemplo de la importancia de preservar el cuerpo lo encontramos en el castigo póstumo que los Qing impusieron a Hong Xiuquan.  Este hombre,  se presentó a los exámenes imperiales para convertirse en funcionario de la Corte. Al igual que el 99% de la gente que se presentaba, Hong suspendió en repetidas ocasiones. En una de ellas, además, al pobre le dio un “jamacuco” y tuvo una serie de alucinaciones o sueños que, años después, se ve que el hombre no era muy rápido de reflejos, interpretó como un mensaje divino. En consecuencia hizo lo que cualquiera hubiera hecho: decidió proclamarse “hermano pequeño de Jesús” y fundar una secta que denominó el Reino Celestial de Taiping. Sorprendentemente el hombre empezó a captar más y más adeptos  de forma que el gobierno se alarmó  e intentó disolverla.  Hong Xiuquan y sus seguidores se negaron y esto dio lugar a una cruenta guerra civil que duró unos catorce años y en la que casi lograron tomar Beijing. La cosa es que, como el hombre dio tanta guerra, cuando por fin murió, dicen que enfermo o envenenado, los Qing, exhumaron su cadáver, lo quemaron y usaron un cañón para esparcir sus cenizas de modo que su cuerpo no hallara paz.
Pueblecito de Anhui, provincia de ancianitos suicidas.
Todo esto quizá arroja un poco de luz al motivo por el que los ancianitos no quieren ser incinerados; tienen miedo a acabar vagando como almas en pena y en cachitos.
Bueno, volviendo a la noticia, he de decir que la reacción de mi clase no fue la esperada. No sé qué es lo que salió mal, pero no les gustó, oyes. Casi no hubo debate y la gente se puso un poco triste…pero no todo fue malo, porque aprendí una lección y decidí no tratar nunca más temas fúnebres públicamente, para muestra esta entrada.
En retrospectiva pienso que tenía que haber optado por la noticia cuyo titular rezaba "¿Abuela zombie? ". Con un comienzo así no puedes quedar mal.  La historia explicaba como una mujer de 95 años a la que habían dado por muerta en una aldea china “había resucitado” al sexto día. También describía el susto morrocotudo que se había  dado el hijo, al ver el ataúd vacío y a su mamá en la cocina guisando porque tenía hambre, tras haber “dormido mucho”. También contaba el disgusto que se había llevado la señora cuando se enteró de que habían quemado todas sus pertenencias, como manda la tradición, porque la señora será una zombie comunista, pero le gusta ir fashion y tener cosas.
Aunque lo cierto es que lo más práctico sería que hubiera visto “Sálvame” online y hubiese sacado mi noticia de allí, porque el artículo que se ganó el clamor de nuestro comité de eruditos fue el del rumor de la famosa actriz china, Kitty Zhang. Según fuentes fiables Kitty –gran nombre, por cierto- había sido vista con un maromo desconocido en actitud romántica, a pesar de estar casada. Pero es que todavía había más, el marido de la actriz, era un famoso director de cine, Wang Quan An, que previamente había engañado a Kitty. De hecho, en el momento de los hechos el director estaba en prisión, por haber contratado los servicios de dos meretrices para hacer un trío. La noticia, terrible de por sí, resultó un punto de partida muy interesante para contrastar las diferentes opiniones de la clase sobre lo que es moralmente reprobable y lo que es aceptable en las relaciones.
Uno de mis compis decía que, aunque Kitty podía haber sido más discreta, tenía derecho, porque el marido se lo había buscado. Otro decía que no, que Kitty había perdonado públicamente al marido y que tenía que ser consecuente, por mucho que el marido estuviera en la cárcel tenía que esperarlo. Yo me preguntaba -para mí, que no quería que la profesora se ofendiera- cómo era posible que el hombre estuviera en la cárcel por haber solicitado los servicios de unas prostitutas, cuando, en China, conseguir esos servicios es tan fácil que casi los puedes obtener por accidente, si te confundes de spa de masajes, peluquería o karaoke, (más cuando no sabes que neón rosa indica prostitución y neón rojo suerte). Y la compi que había escogido esa noticia decía que entendía al director de cine, que los hombres tenían sus necesidades y que por ejemplo ella, que estaba viviendo en Tianjin, lejos de su marido que seguía en Corea del Sur, le había dicho que si quería, durante ese año que iban a estar separados, podía irse con alguna otra mujer, pero que no podía llevar a nadie a casa, ni buscarse ninguna relación duradera, que no estrechara vínculos.  Yo le pregunté si ella podía hacer lo mismo en Tianjin, y me respondió que es que ella no lo necesitaba, así que su marido no tenía que ofrecérselo. Me dejó muerta.
Y con esto y con la promesa de evitar temas relacionados con la muerte hasta mi próxima entrada os dejo.

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