Mi
profesora de chino lleva el pelo corto a lo paje pero con rizos de caniche. Eso
sí, se deja el flequillo liso como una tabla. Resulta muy extraño porque además
siempre se planta una diadema dorada con pedrería delicada y brillante a modo
de separación. Parece una niña sacada de los años 20 que va a hacer la
comunión, solo que con 40 años y vestida de oficinista. Es como para despedir a su peluquero que se
ve que va a hacer daño, y además es reincidente; mi pobre profesora lleva así
desde que la conozco.
Sin
embargo, aquí, en Tianjin es más fácil que lo despidan por ser gay. Aunque
habrá quien diga que ser homosexual en China ahora no es un problema. Aquí, en
un lugar con una cultura tan diferente, es difícil sacar conclusiones certeras,
porque cuando preguntas obtienes opiniones contrapuestas para casi todo sobre
lo que se puede opinar. Aunque bueno, imagino que esto pasa en cualquier parte
del mundo.
Anuncio de Tony Studio, una famosa peluquería de este país en el que Tony pone morritos mientras se corta el pelo a si mismo. |
Volviendo
al tema importante, cuando veo tamaña tropelía de peinado, sólo puedo pensar
que en tiempos de Mao esto no pasaba. De verdad, no pasaba, al menos durante la
Revolución Cultural (1966 hasta 1976) e incluso hasta algo después 1978, porque
la Guardia Roja además de perseguir intelectuales, realizar purgas, crear campos
de reeducación en aldeas remotas y quemar libros sacó tiempo para prohibir la
permanente. Desde entonces para poder sortear la interdicción había que
tramitar un permiso presentando documento que diera cuenta de la necesidad de
tan favorecedor estilismo para el desempeño del trabajo firmado por el jefe. Y luego,
permiso en mano, te tenías que ir al grupo de salones de belleza Silian Meifa
en la calle Wangfujing de Beijing- esa que hoy en día es tan famosa y vende los
pinchos morunos de insectos- que era el único lugar que ofrecía ese servicio en
el país, a que te ondularan: “Hola buenas, vengo a que me hagan eso de los
rizos. Es muy importante para el correcto desempeño de mi trabajo: poner inyecciones
y controlar el goteo del suero.” Es que el único trabajo para el que creo que
haría falta tener permanente es para ser imitador profesional de Slash.
Aunque
en realidad, en la práctica imagino que la mayoría no sabría siquiera que
existía un tratamiento para hacer rizos, y si se sabía quizá fuera motivo para
ser enviado a un centro de reeducación, por si acaso, que se empieza con un
rizo y una puede acabar leyendo a Solzhenitsyn. Pero bueno, quizá haya que
poner las cosas en perspectiva, porque puede que la imposibilidad de ponerse
pelos de leona no fuera una preocupación acuciante para las chinas en una época
convulsa con el miedo y hambre todavía rampando. Probablemente fueran cuatro
chinas bien posicionadas con vínculos y buenas relaciones con el Partido las
que se hicieran el peinado previa obtención del certificado al más puro estilo
español: enchufe y fraude.
Fechoría textil: chaleco de peluche con colita y orejas. |
En cualquier caso, por favor, me gustaría pedir desde esta plataforma de amplia difusión- mamá yo sé que tú sí me lees- que se reinstaure esa norma y que alguien controle lo que las chinas hacen con su pelo, y ya de paso que también pongan límites a la manera de combinar la ropa: leopardo, puntillas, franela y flecos no deberían ir juntos nunca y menos en rosa. ¡Y es que hay algunas que se ponen colita y orejas en sus modelitos!
Bueno,
y una vez hecho este llamamiento, os dejo y me voy a ver si me tiño el pelo de
lila, que creo que es lo que mejor queda con mis zapatillas de deporte de encaje.
Autora: La col-china.
Autora: La col-china.
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