Una
vez tuve en clase de chino a una compañera de Mongolia que se llamaba Mayi.
Decidí llamarla “Hormiga” (蚂蚁), siguiendo mi tradición de rebautizar a los compis.
Gracias
a Hormiga aprendí un montón de costumbres mongolas y aumenté mi, ya de por si, vasto acervo. Después, con tesón y esfuerzo personal continué entrenándome y
con el tiempo he logrado que cada día más gente perciba que ya soy medio
mongola. De hecho, probablemente, después de leer este párrafo vosotros también
lo penséis, tal es mi poder de persuasión.
Una
de las cosas que nos contó Hormiga en clase, es que en Mongolia hay muchos más
caballos que personas, porque todavía hay mucha gente “anomadada”. “Anomadada”
significa sorprendida. también significa “errante”, es decir que comete
errores. Errores como vivir de aquí para allá, sin ninguna comodidad y sin poder
usar secador de pelo. Sin embargo, a mí lo que me parece más errante es la lógica mongol porque, a
ver, si eres nómada, ¿no es más fácil tener tantos caballos como personas? que
si tienes más luego te va a ser difícil moverlos, señor de Mongolia. Luego,
claro, dicen que hay una raza de caballos salvajes propia del país, pero para
mí que en realidad son caballos que fueron abandonados en la gasolinera cuando
la familia se fue de vacaciones a hacer la croqueta en la tundra.
Otra
cosa que aprendí es que su equivalente a nuestra paella de los domingos es
cordero con patatas y piedras calientes cocinado dentro de una cabra abierta en
canal asada a lo Asterix y Obelix; vamos, la cabra es la olla, así no tienen
que fregar después, muy cómodo todo y encima ecológico.
Gracias
a mi compi también me enteré de que el temible GENGIS KAN se llamaba en
realidad Chinguis Jan, que lo pronunciamos mal, como cuando las abuelis rebautizan
como “Cargable” al pobre Clark “Gueibol” (en realidad, poca gente sabe esto pero
tampoco de dice “Gueibol”, se dice Clark “Cuencogay”, pero no os mortifiquéis,
no todos podéis permitiros las clases vip de Gomaspuminglis. -gracias papá y
mamá por invertir en mi educación). Volviendo al tema, cuando me enteré de cómo
había que llamar al temible mongol se me cayó un mito, ¡un guerrero despiadado con
ese nombre tan indigno! Aunque lo cierto es que le he recuperado el respeto al
toparme con un artículo que dice que “Chinguis Jan”, haciendo honor a su
nombre, fue esparciendo su semillita por doquier y que unos dieciséis millones
de hombres (un 0,5% de los machos que pueblan el mundo) hoy en día portan su
material genético: primero conquistaba las tierras a golpe de espada y luego
conquistaba a las mujeres que vivían en las nuevas tierras mediante persuasivas
violaciones a golpe de …esto…bueno, pues eso que era un conquistador en el amor
y en la guerra.
Seúl, no pega, pero es chuli :-). |
En
realidad todo son conjeturas, se sabe que existen dieciséis millones de hombres
con el material genético de un ancestro común, pero no está demostrado que el
mismo fuera Chinguis, y no se puede comprobar porque no saben dónde esta su tumba
y sin cuerpo los científicos dicen que no hay examen de ADN. Es que cuando se
ponen “de que no”... El caso es que por este motivo, no se sabe si Chinguis Jan
fue el que dejó tanto señor mongolo por ahí suelto, o si fue otro el que se puso
las botas, se bajó los calzones y se multiplicó alegremente, de forma anónima,
como si fuera por esporulación. Piensan que puede ser Gengis porque para que
haya tantos casi-clones genéticos tuvo que haber muchas generaciones de machos
que pudieran permitirse fecundar a troche y moche. Siendo esto así el amigo
Chinguis, es el sospechoso perfecto, se sabe que tuvo muchos hijos que
estuvieron en posición de tener y tuvieron muchos vástagos, los cuales a su vez
se procuraron una prolija descendencia. Uno de los nietos de Chinguis, por ejemplo
fue el emperador chino Kublai Kan, el de Marco Polo, y según dicen poseyó a 7.000
mujeres, con que dejara embarazadas a 700, yo creo que ya cumplió.
A mí, de todos modos, estos razonamientos me
parecen un poco endebles, no tienen un soporte muy sólido, es más, no entiendo
porque hay un estudio que sostiene esta tesis, pero aún me parece más
indignante que ningún erudito haya puesto sobre la mesa la prueba más sólida
que tenemos: ¡“EL TIPO ESE SE LLAMABA CHINGUIS”! ¡Qué te lo está diciendo con
el nombre, es como la adivinanza del plátano*, leches.
Yo también tengo mi caballo, como buena casi mongola que soy. |
Bueno,
volviendo al tema de las costumbres en Mongolia, otra cosa que nos enseñó Hormiga
fue cómo hace ella los envíos a su tierra natal: primero va al aeropuerto de
Beijing, una vez allí busca la zona de facturación de un vuelo que vaya a Ulan
Bator, intercepta a alguien con pinta de autóctono, lo aborda y le planta la
mercancía en la mano mientras le dice: “toma este pa-que-te, es “pa”-que-te lo
lleves en el avión y se lo des a mi mamá que estará en la zona de llegadas
esperándote con un clavel carmesí en la solapa (más o menos, quizá es con una
rama de helecho)”. Después, envía un mensaje a su madre y le explica cómo es el
palomo mensajero (seguro que añade: el palomo ha abandonado su nido) y ya está.”
¿Os habéis quedado “anomadados” verdad? Yo también me quedé estupefacta, pero
he ahí la belleza de la contradicción mongola: de noche son seres peligrosos y
toscos que montan a caballo pistola en mano y alcohol en sangre** (y pelos de
locos, por el tema de no tener secador de pelo a mano), pero de día resulta que
son monjitas de la caridad que te ayudan a pasar polvos blancos
inadvertidamente y piensan que es azuquitar.
Autora: La Col China
*
“Oro parece plátano es, el que no lo adivine bien tonto es” solución: “ano es”
**
Menos mal que soy racional y no me dejo llevar por prejuicios ni estereotipos.
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