lunes, 21 de septiembre de 2015

Anécdotas clásicas II: "Chinguis"

Una vez tuve en clase de chino a una compañera de Mongolia que se llamaba Mayi. Decidí llamarla “Hormiga” (蚂蚁), siguiendo mi tradición de rebautizar a los compis.
Gracias a Hormiga aprendí un montón de costumbres mongolas y aumenté mi, ya de por si, vasto acervo. Después, con tesón y esfuerzo personal continué entrenándome y con el tiempo he logrado que cada día más gente perciba que ya soy medio mongola. De hecho, probablemente, después de leer este párrafo vosotros también lo penséis, tal es mi poder de persuasión.
Una de las cosas que nos contó Hormiga en clase, es que en Mongolia hay muchos más caballos que personas, porque todavía hay mucha gente “anomadada”. “Anomadada” significa sorprendida. también significa “errante”, es decir que comete errores. Errores como vivir de aquí para allá, sin ninguna comodidad y sin poder usar secador de pelo. Sin embargo, a mí lo que me parece más errante es la lógica mongol porque, a ver, si eres nómada, ¿no es más fácil tener tantos caballos como personas? que si tienes más luego te va a ser difícil moverlos, señor de Mongolia. Luego, claro, dicen que hay una raza de caballos salvajes propia del país, pero para mí que en realidad son caballos que fueron abandonados en la gasolinera cuando la familia se fue de vacaciones a hacer la croqueta en la tundra.
Otra cosa que aprendí es que su equivalente a nuestra paella de los domingos es cordero con patatas y piedras calientes cocinado dentro de una cabra abierta en canal asada a lo Asterix y Obelix; vamos, la cabra es la olla, así no tienen que fregar después, muy cómodo todo y encima ecológico.
Gracias a mi compi también me enteré de que el temible GENGIS KAN se llamaba en realidad Chinguis Jan, que lo pronunciamos mal, como cuando las abuelis rebautizan como “Cargable” al pobre Clark “Gueibol” (en realidad, poca gente sabe esto pero tampoco de dice “Gueibol”, se dice Clark “Cuencogay”, pero no os mortifiquéis, no todos podéis permitiros las clases vip de Gomaspuminglis. -gracias papá y mamá por invertir en mi educación). Volviendo al tema, cuando me enteré de cómo había que llamar al temible mongol se me cayó un mito, ¡un guerrero despiadado con ese nombre tan indigno! Aunque lo cierto es que le he recuperado el respeto al toparme con un artículo que dice que “Chinguis Jan”, haciendo honor a su nombre, fue esparciendo su semillita por doquier y que unos dieciséis millones de hombres (un 0,5% de los machos que pueblan el mundo) hoy en día portan su material genético: primero conquistaba las tierras a golpe de espada y luego conquistaba a las mujeres que vivían en las nuevas tierras mediante persuasivas violaciones a golpe de …esto…bueno, pues eso que era un conquistador en el amor y en la guerra.
Seúl, no pega, pero es chuli :-).
En realidad todo son conjeturas, se sabe que existen dieciséis millones de hombres con el material genético de un ancestro común, pero no está demostrado que el mismo fuera Chinguis, y no se puede comprobar porque no saben dónde esta su tumba y sin cuerpo los científicos dicen que no hay examen de ADN. Es que cuando se ponen “de que no”... El caso es que por este motivo, no se sabe si Chinguis Jan fue el que dejó tanto señor mongolo por ahí suelto, o si fue otro el que se puso las botas, se bajó los calzones y se multiplicó alegremente, de forma anónima, como si fuera por esporulación. Piensan que puede ser Gengis porque para que haya tantos casi-clones genéticos tuvo que haber muchas generaciones de machos que pudieran permitirse fecundar a troche y moche. Siendo esto así el amigo Chinguis, es el sospechoso perfecto, se sabe que tuvo muchos hijos que estuvieron en posición de tener y tuvieron muchos vástagos, los cuales a su vez se procuraron una prolija descendencia. Uno de los nietos de Chinguis, por ejemplo fue el emperador chino Kublai Kan, el de Marco Polo, y según dicen poseyó a 7.000 mujeres, con que dejara embarazadas a 700, yo creo que ya cumplió.
 A mí, de todos modos, estos razonamientos me parecen un poco endebles, no tienen un soporte muy sólido, es más, no entiendo porque hay un estudio que sostiene esta tesis, pero aún me parece más indignante que ningún erudito haya puesto sobre la mesa la prueba más sólida que tenemos: ¡“EL TIPO ESE SE LLAMABA CHINGUIS”! ¡Qué te lo está diciendo con el nombre, es como la adivinanza del plátano*, leches.
Yo también tengo mi caballo, como buena casi mongola que soy.
Bueno, volviendo al tema de las costumbres en Mongolia, otra cosa que nos enseñó Hormiga fue cómo hace ella los envíos a su tierra natal: primero va al aeropuerto de Beijing, una vez allí busca la zona de facturación de un vuelo que vaya a Ulan Bator, intercepta a alguien con pinta de autóctono, lo aborda y le planta la mercancía en la mano mientras le dice: “toma este pa-que-te, es “pa”-que-te lo lleves en el avión y se lo des a mi mamá que estará en la zona de llegadas esperándote con un clavel carmesí en la solapa (más o menos, quizá es con una rama de helecho)”. Después, envía un mensaje a su madre y le explica cómo es el palomo mensajero (seguro que añade: el palomo ha abandonado su nido) y ya está.” ¿Os habéis quedado “anomadados” verdad? Yo también me quedé estupefacta, pero he ahí la belleza de la contradicción mongola: de noche son seres peligrosos y toscos que montan a caballo pistola en mano y alcohol en sangre** (y pelos de locos, por el tema de no tener secador de pelo a mano), pero de día resulta que son monjitas de la caridad que te ayudan a pasar polvos blancos inadvertidamente y piensan que es azuquitar. 
 Autora: La Col China



* “Oro parece plátano es, el que no lo adivine bien tonto es” solución: “ano es”
** Menos mal que soy racional y no me dejo llevar por prejuicios ni estereotipos.


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