martes, 29 de septiembre de 2015

Subterfugios Chinos (micro relatos)

¿Cómo se escribe en China? Esta pregunta podría hacer pensar al lector que pretendo realizar un estudio (que sería somero, amateur y lleno de errores, como el de cualquier blog que se precie) sobre la literatura contemporánea China. Pero obviamente no es cierto, debido a mi total desconocimiento de las letras chinas: tanto de la calidad de lo que se escribe en China, como de dichas letras –en sentido literal-, dado que no existen (punto1)* y que los pictogramas que serían los equivalentes de dichas letras (elefante*) son una herramienta de tortura diseñada para proteger a las élites con tiempo libre para aprenderlas (punto 2) y, más concretamente, para atormentar a calvos pelirrojos (addendum del punto 2).

Y además, pegadme, las letras chinas no me interesan una mierda.

Viniendo este país de donde viene, por más que haya escritores interesantes y premios nobeles (también hay Yao Ming-es, y es que el mundo está empeñado, utilitariamente, en intentar potenciar y premiar cualquier chinismo), es imposible tener una cultura sana, saneada y medianamente decente.

No es sentido de superioridad occidental, o al menos no lo siento así. Psicoanalizadme si queréis.
Por lo tanto, quizás debería reformular la pregunta, dado que a lo que quiero referirme es a las diferencias de escribir de un servidor dentro y fuera de este país. Es decir, ¿cómo escribo yo en China? La respuesta es, igual.

¿Y entonces para qué te lo preguntas? Únicamente para tener una excusa  para poder incrustar aquí los últimos microrrelatos (con L de looser) enviados al concurso de relatos en cadena, como muestra de que no existen diferencias en mi modo de escribir en China con cualquier otra parte del mundo. ¡Yo sólo quiero que lean mis microrrelatos!

Buzón de sugerencias: ¿Alguna buena idea para el próximo subterfugio que me permita colgar microrrelatos ajenos a la temática China del blog?

Titulo: Lanzarse al vacío
Al abrir el contenedor, se dio cuenta de que estaba empezando a olvidar el nombre de las cosas. Lo cerró rápidamente y volvió a recordar que la moto se llamaba moto, el desierto desierto y aquel extraño receptáculo verde con inscripciones ininteligibles, medio enterrado, podía ser un contenedor. Miro una vez más alrededor, las dunas suavemente iluminadas por la tenue luz verde que desprendía el objeto. Inspiró profundamente y esta vez se concentró en un nombre. Abrió el contenedor y se lanzó dentro de cabeza, repitiendo Irene como un mantra, mientras sentía deslizarse al resto del lenguaje por las rendijas de su cerebro hacia la nada. Irene. Irene. La encontraría aunque estuviera en el fondo del pozo.

Titulo: Un director ejemplar
Al abrir el contenedor, se dio cuenta de que estaba empezando a olvidar el nombre de las cosas. La música invadía el espacio de tal manera que no era posible pensar nada con claridad, por no hablar del alcohol y el exceso de Vicodin. Al fondo de la caja de carga, un DJ (sin pelo) se retorcía al son de (esa cosa que hace mover el culo). Avanzó con trabajo, codazos, arrastrando las (cosas que envuelven los pies) hasta llegar donde (el tipo que pincha esas cosas redondas). Abrió la (agujero de donde salen sonidos) y gritó hasta dejarse los (órganos internos para respirar). Mañana en el trabajo tampoco sabrá el nombre de los que va a despedir.

Titulo: Riesgos laborales del gerente de residuos
Al abrir el contenedor, se dio cuenta de que estaba empezando a olvidar el nombre de las cosas. Últimamente le estaba pasando con mayor frecuencia. Se estaba volviendo descuidado, demasiados golpes en la cabeza, bastonazos de viejos resabidos, batazos de culturistas llenos de esteroides. Los trabajos nunca habían sido fáciles, pero la gente se estaba volviendo demasiado agresiva. La crisis, imaginó. Agarró la bolsa de basura del suelo y, con esfuerzo, pero con la gracia dada por los años de práctica, la lanzo dentro. Cerró el contenedor y se dirigió hacia la tienda de motos a comprar un casco para el próximo encargo. Detrás, una sombra con un garrote.

Titulo: Últimos instantes en la vida de un pollo
El bate, «¡Eso, bate!», se le resbalaba de las manos pringosas
Notaba el sudor salir de la raíz de su fina cabellera, recorriendo el cogote, bajando la espina dorsal hasta empapar la tira de goma de sus calzoncillos. La camiseta blanca a rallas pegada a su cuerpo, marcando sus incipientes michelines. El corazón palpitando contra la tela y el bolsillo donde guarda su amuleto, una garra animal. Toda su vida en este in, con strike 2. Su último batazo. El pícher lanza una bola curvada y no puede más que visualizarla como una gallina volante. Una gallina con los ojos enormes. Al golpear vuelan las plumas.

Titulo: El bate como elemento purificador
El bate, «¡Eso, bate!», se le resbalaba de las manos pringosas
El bate cayó al suelo con un sonido metálico, rebotó varias veces a sus pies hasta quedar hundido en el charco carmesí que rodeaba sus botas camperas. Juan dejo caer los brazos abatido, mirando el erial en que había convertido la taberna. Cabezas abiertas, brazos rotos y lenguas amoratadas. Se acercó a la barra, cogió una botella de bourbon y se sirvió en un vaso roto, bebiendo de un trago. Respiro profundamente y se quitó el alzacuellos. Un buen día para cambiar de profesión, pensó.

Titulo: San Jorge
El bate, «¡Eso, bate!», se le resbalaba de las manos pringosas
Notaba el sudor brotar desde la raíz de su fina cabellera, recorriendo el cogote, “¡Eso, cogote!”, bajando la espina dorsal hasta empapar la tira de goma de sus calzoncillos, “¡Eso, calzoncillos!”. La camiseta blanca a rallas pegada a su cuerpo, marcando sus incipientes michelines, “¡Eso, calzoncillos!”. Sentía que estaba perdiendo la cabeza, “¡Eso, caja!”, paulatinamente, efecto de las pastillas, “¡Eso, piruletas!”. Se concentró en el pícher (un oso) y la pelota en su mano enguantada (un dragón). El corazón a mil por hora, saltó con todas sus fuerzas espada en ristre, “¡Eso, un bate!”, para acabar con el maldito oso.

Firmado: El Col Chino
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(*) por favor traten de obviar lo más rápidamente posible del anterior chiste barato, aunque referirse a él inmediatamente después a haberlo soltado más bien conduce a lo contrario, darle notoriedad, convertirlo en un elefante en la habitación, etc. Si se preguntan si no sería más fácil borrarlo, tienen toda la razón, lo cual es posible que indique que no considero que sea un chiste tan redomadamente malo e incluyo este inciso a modo de distanciamiento irónico, pero el hecho de estar mencionándolo puede que lo invalide, y aquí podría seguir haciendo tirabuzones y poniendo etcs.

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