Ahora
que estoy trabajando en Beijing no tengo tiempo de ir a la escuela y lo cierto es
que lo echo mucho de menos. Y no solo por todo el chino que no estoy aprendiendo,
sino porque allí hay un montón de estudiantes de lo más variopinto. Ir a esa
escuela me ha permitido conocer personas de muchos países y descubrir que la
gente mira el mundo de formas muy diferentes. Esto a su vez me ha abierto la
mente, y me ha hecho crecer como persona, y por eso ahora estoy más gorda y
además acepto de buen grado que, si la gente no ve las cosas como yo, es que las
está mirando mal.
También
he conocido a personas que ven cosas donde no las hay, por ejemplo fantasmas. He
estado en una clase en la que éramos seis personas de las cuales sólo dos (los
dos occidentales) no creíamos en ellos. Y vale, es cierto, puede que existan,
que yo no los vea, o que crea que no existen no significa nada, pero es que los
argumentos que blandieron…
Una
de las personas que creía en los fantasmas era mi compañera indonesia. Era una
chica jovencita, sonriente y muy dulce que se llamaba “Xiao Wen” o según mi
traducción “Pequeño Olor”.
¿El Pequeño olor proviene de ese pie? En los templos de Labuleng (Labrang), Gansu. |
Quizá
es un buen momento para aclarar que en clase nos piden que nos pongamos un nombre
en chino para poder llamarnos algo. El caso es que el primer día, cuando nos
presentamos, normalmente no vemos cómo se escriben los nombres de los
compañeros y puesto que cada sílaba-carácter tiene diversos significados
(chipicientos si, como yo, no distingues bien los cuatro tonos*), al final es
difícil saberse bien los nombres y yo siempre elijo lo que me parece más fácil
de aprender. Por ejemplo “xiao” puede significar risa, pequeño, efecto, entre
otras cosas y “wen” puede referirse a olor, pregunta, cultura…lógicamente “Risa
Pregunta ” o “ Efecto Cultura” no tienen el poder nemotécnico de “Pequeño Olor”,
así que la bauticé así, aunque muy injustamente, que la pobre era totalmente
inodora.
En el pueblo Wu, incluso el nombre asusta. Un paraguas levitando en un campo flores de colza y ¿lilas? Claramente es un fenómeno para-anormal-es y ¿lilas? |
Pero
lo peor es que la historia de Pequeño Olor no fue la más extraña, la profesora
nos contó que ella creía en fantasmas desde que su hermano se quedó a trabajar
hasta muy tarde en su oficina y cuando ya eran más de las once notó una
corriente de aire en el pescuezo. ¡Pero ojo, no había ninguna ventana abierta¡ -He
ahí la prueba irrefutable que Iker Jiménez estaba esperando- lógicamente, el hermano
tras sentir aquella presencia espectral en su nuca decidió irse a casa, pero eso sí, dio
muchas vueltas y rodeos de camino, para despistar al espíritu, no fuera que
decidiera seguirle hasta casa y se
quedara a vivir allí (tendría miedo de que le soplara algo a su mujer, digo yo).
Y la profesora cerró su historia con un: “así que, ya sabéis, no trasnochéis, y
volved pronto a casa por la noche para que ningún fantasma os siga. “ Y es que
todo el mundo sabe que lo más peligroso de volver andando a casa por una calle
solitaria de noche es un fantasma vademecum.
Montañas de colores en Zhangye, Gansu. No pega pero es bonito. |
Nadie
más contó otra historia interesante, pero algunos coincidieron en que creían en
los espíritus, aunque nunca hubieran visto ninguno…, incluidos el racional “Camisa”
y la alegre “Gran Pino” (otras dos víctimas de mi pésimo chino y mi afán
rebautizador) ¡Menuda decepción me llevé! Es que si al menos hubiera habido
alguna historia de una sábana con agujeros y un bolondrio de hierro, grilletes y
cadena…pero no, únicamente un fantasma llegando al culmen o y otro con complejo
de aire acondicionado y muy mala orientación.
De
todos modos bien pensado, mejor, porque a mi los espíritus, aunque no existan,
me dan un miedo terrible sobre todo cuando les da por aparecerse en forma de mi
tataratatarabuela Leovigilda y reflejarse en el espejo de mi habitación a las
2:13 de la noche.
Autora: La Col-china.
*Los
tonos son parecidos a los acentos, con el agravante de que cada sílaba tiene
uno y que existen cuatro tipos.
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